Trabajos de Restauración de la escultura de S. Antonio de Padua con el niño Jesús (S. XVII-XVIII)
Ficha técnica
- Autor: Desconocido.
- Obra: Talla de bulto redondo.
- Medidas: 75x30 cm | Niño: 21cm y 4cm (diámetro de la bola).
- Época: S. XVII-XVIII
- Técnica: Madera tallada, policromada y estofada.
- Procedencia: Iglesia Parroquial de San Andrés Apóstol de Villazala (León).
Estudio histórico
La Iglesia Parroquial de San Andrés está unida a la historia del pueblo. Villazala nace del sistema medieval de asentamientos en Castilla y León en el siglo XI; con la llegada de gente se construye una pequeña ermita, ya dedicada a San Andrés.
En la segunda mitad del siglo XVI se construye la iglesia, una de las campanas que aún se usan tiene grabada la fecha de 1598. En origen debió ser de una sola nave, sin crucero, ni capillas laterales y muy poco decorada; de esos mismos años parecen ser las imágenes de San Andrés, de los dos evangelistas y la imagen del Nazareno, conocido como “el Aceitero” también restaurado por nosotros.
Hacia 1646 se encargó la realización de un retablo para el altar Mayor a Francisco de Ribera, escultor y ensamblador de la comarca bañezana. Se trata de un retablo sobrio, de dos cuerpos, líneas rectas y acompañado de cuatro lienzos de buena calidad que representan el nacimiento de Jesús, la Epifanía, el martirio de San Andrés, y San Elías como penitente carmelita. En el ático, la Virgen coronada por ángeles.
A principios del siglo XVIII se amplía el edificio dotándolo de crucero y 2 capillas laterales; la iglesia pasa entonces a tener la clásica planta de “cruz latina”. De esta misma época parece ser la imagen de San Antonio Abad.
En 1986 y dado el grave estado que presentaba el edificio deciden derribarlo para construir un nuevo templo, más luminoso, de líneas sencillas y que mantiene un cierto sabor rural, aunque ya no presenta la planta clásica en cruz, sino que es de una sola nave ovalada y además la torre mira hacia el este; así acabaron 400 años de historia del antiguo templo. De la iglesia antigua se conservan bastantes bienes muebles, incluido el retablo y todas las imágenes.
La restauración de la imagen de San Antonio Abad fue posible gracias a la generosidad de todo el pueblo y su párroco D. Gaspar Vega.
Descripción iconográfica
En la iconografía san Antonio de Padua se presenta como un joven imberbe que sostiene amorosamente al Niño Jesús (imagen independiente) sentado sobre la Biblia cerrada que sujeta con la mano izquierda, el niño asimismo mantiene la bola del mundo en su mano izquierda. Son tres los atributos principales: un lirio blanco, un libro y el niño Jesús en sus brazos.
El lirio blanco simboliza su pureza virginal. En sus tiernos años, ante el altar de la Virgen, se consagró a Dios y mantuvo durante toda su vida dicha pureza.
El libro representa su saber teológico, su ciencia, dicho saber llevó en 1946 al papa Pío XII a proclamarlo Doctor evangélico de la Iglesia.
El niño con mirada al frente es el atributo más significativo, pues pocos santos hay que se represente con el niño Jesús en brazos, Liber miracolorum (c. 1367) porque se dice que se le apareció el infante y lo sostuvo entre sus brazos. La bola como símbolo de su poder sobre el mundo.
La vestimenta que nos ha llegado hoy en día imita el estofado en plata como seguramente fue originariamente; el traje de San Antonio corresponde al hábito franciscano de color azul oscuro (típico de algunas comunidades franciscanas de América a finales del siglo XVIII y XIX) con capuz.
El cordón franciscano atado al sayal, en este caso tiene cinco nudos que representan los estigmas de Jesucristo causados por la crucifixión (en lugar de tres que simbolizan los votos de obediencia, pobreza y castidad) y sin rosario. El Santo calza sandalias color marrón.
Estado de conservación
Se trata de una talla policromada de pie con una peana tallada en forma escalonada por delante y cortada por el reverso, según la ubicación. De buena factura, tallada en cuerpo entero y a mitad de tamaño natural.
La obra presentaba patologías graves que hacían peligrar su estabilidad futura; un severo ataque de insectos xilófagos que habían debilitado gravemente el soporte de la figura y notables daños en la peana hacían urgente una intervención.
Destaca la presencia de numerosas intervenciones anteriores que intentaban subsanar los daños y desperfectos ocasionados por el uso; traslados, golpes y un mal almacenamiento que ocultaron gran parte del original, de mucho más valor estético. Los repintes se aprecian a simple vista por su color y textura diferente, desvirtuando la calidad del original.
La obra presentaba grandes depósitos de polvo y suciedad adherida proveniente de la contaminación ambiental. Restos de colas y de masilla de reparaciones anteriores, cera y excrementos de moscas.
Zonas con levantamientos y desprendimientos de película pictórica rodeando las grietas. Aberturas de las uniones y ensamblajes, principalmente en las zonas inferiores de dejan inestable la escultura.
El oscurecimiento generalizado de la superficie estaba ocasionado por la oxidación del barniz enmascarando la calidad de la obra e impidiendo apreciar la policromía subyacente. La reintegración volumétrica de la peana se plantea necesaria para impedir el desplazamiento de la pieza y en el caso de los dedos de las manos, debido a su peso estético.
Proceso de intervención
- Estudio organoléptico.
- Documentación fotográfica.
- Limpieza física del potente extracto de polvo, ceras, etc.
- Protección y consolidación puntual de la capa pictórica.
- Desinfección.
- Consolidación del soporte. Refuerzo de los anclajes de la figura a la peana.
- Reparación de grietas y desencoladuras. Enchuletado de la gruesa grieta que recorre el reverso de la figura de arriba abajo.
- Reconstrucción de la peana mediante el injerto a medida del faltantes.
- Limpieza química del barniz y repintes mediante geles disolventes.
- Reconstrucción volumétrica. Injertos de dedos y reposición de faltantes.
- Estucado-desestucado de las carencias.
- Barnizado intermedio.
- Reintegración cromática.
- Protección final.